miércoles, 23 de diciembre de 2009

El Dios (no) nacido en la tierra del Sol naciente

Por: Jorge Malpartida Tabuchi /Colabora: Alex Aquepucho

- Basta ver algún anime de colegiales para comprender que la Navidad significa otra cosa para los japoneses: salidas con los amigos en vez de pasarla en familia, citas amorosas en Nochebuena, regalos, regalos y más regalos ¿Cómo asume esta festividad un pueblo que no cree en su principal protagonista?


Cuando Mieko Kuroki era pequeña y caminaba por su natal Yamaga, poblado de Japón ubicado a una hora de la ciudad de Kumamoto, no veía la cantidad de Papa Noeles, árboles, luces de colores y demás adornos navideños que existen ahora. “Recién por estos años han empezado con la decoración. Nada de Nacimientos, sino es un ambiente más de diversión”, cuenta esta ciudadana japonesa de 30 años que desde hace tres vive en el Perú. Tal parece que el pueblo japonés ha asimilado a su manera, como muchas otras cosas de Occidente, la tradicional fiesta de la Natividad de Jesucristo. Como vemos en varios animes: comprar al por mayor regalos a sus seres queridos; perseguir las súper ofertas de ocasión; irse de parranda con su gente a algún karaoke o tomarse unos tragos; abarrotar los restaurantes de todo tipo o concurrir a los love hotel[1] junto con su pareja de ocasión, para demostrarle su amor (y otras cositas más); son algunas de las cosas que suelen hacer los japoneses durante las fiestas navideñas.


Así que, viéndola de cerquita, parece que a ellos más les importa la cáscara que la pulpa verdadera de la Navidad. ¿Oe queeeé? “Ponjas herejes, ardan en el Infierno con todas sus consolas de videojuegos y demás aparatos tecnológicos miniatura, por olvidarse del Tatita en su día”, sería nuestra acalorada y ciega respuesta desde la óptica cristiano - occidental. Pero no, aguanten su coche. Esta actitud aparentemente superficial hacia nuestra más importante fiesta del calendario, tiene su sustento en varios aspectos religiosos, culturales y sociales propios de la cosmología de este pueblo. Veamos pues.


Jesu… ¿qué?

La Navidad, como celebración, fue introducida al Japón por los cristianos europeos que vinieron a estas islas en el siglo XVI. Pero esto no importa, ya que a los japoneses les llegó (y todavía les llega) lo que estos misioneros tenían que decir sobre su Dios y su hijo. Actualmente, de los más de 127 millones de pobladores de esta pequeña isla de Asia, según el Anuario Estadístico de Japón 2009, menos del 1% son cristianos. La mayoría es budista o sintoísta, es más: varios practican ambas religiones. Así que si esperabas a que destaparan al Niño este 25, te pelaste.


Debido a que, principalmente, esta celebración carece para ellos del significado religioso que le damos nosotros los peruanos (y demás naciones cristianas del mundo), es natural que les llamen más la atención los adornos, los regalos y salir de juerga con los amigos. Para el japonés común, más importantes son las fiestas de Fin de Año (denominado Ganjitsu: del 1 al 3 de enero), que dentro de su tradición sí son sagradas. Esos días son para reflexionar sobre lo sucedido en el año, pasarla en familia, visitar los templos - vestidos en trajes tradicionales- y pedir sus deseos de inicio de año. Nada que ver con el vacilón que esperan tener durante la Nochebuena.


Kuroki recuerda sus navidades en Japón


La gran conocedora de los pueblos de Oriente y premio Nóbel de Literatura, Pearl S. Buck, dice que la ocupación estadounidense luego de la Segunda Guerra Mundial trajo al Japón - junto con los bebés mestizos, la afición por el rock n’ roll, el uso del inglés, el modelo económico y productivo liberal- el concepto de tener “la buena vida”. O sea, el sueño americano: casa linda, un buen auto y lindo perro. Quizás por eso, el elemento más popular de las Navidades en Japón – además del Papa Noel Coca-Colero, los renos, hombres de nieve y los arbolitos adornados – sea la compra de regalos.


La fuerza de la costumbre

– ¿Qué te gustaría tener en esta ocasión – dice muy interesado Ranma

– Pues, qué crees. Ese osito de felpa, un lindo vestido, un suéter rojo, pañuelos, una caja musical, ese bolso, pantuflas. Ayyy…Hay tantas cosas – le responde ilusionada Akane Tendo, luego de ver un escaparate en el centro comercial.


Es Nochebuena y la encantadora pareja adolescente del recordado anime de Rumiko Takahashi, Ranma ½ nos demuestra lo importante que son los regalos para los japoneses durante estas fiestas. Pero no sólo en Navidad, en general, ellos son muy aficionados a hacer regalos. Dice el escritor Boye de Mente, en uno de sus libros sobre el Japón: “la costumbre de dar regalos es algo institucionalizado que data de la época de la estructura jerárquica de la sociedad feudal del país”. Así que siempre hay razones para obsequiar algo, no importa la fecha.


Las compañías – continúa de Mente- les envían regalos a sus clientes, los trabajadores les hacen regalos a sus patrones, las familias a sus médicos y a los maestros de sus hijos, las parejas de recién casados reciben cosas, los viajeros regresan del extranjero con obsequios y los hombres de negocios suelen dar cosas a los que les hicieron un favor. En este contexto de toma que te doy que te sigo dando, no es raro que la gente en Navidad se abalance a las tiendas frenéticamente para conseguir algo bonito para agasajar a su gente.


Estar misio en Navidad es malo si quieres conquistar a una chica


Pero no es sólo por tradición que hacen tantas compras. También es por el bombardeo publicitario que realizan las tiendas de sus flamantes productos. “En Navidad todos hacen ofertas. Sacan promociones y ediciones limitadas”, explica Kuroki. Los comerciales, los noticieros, películas, series y demás programas en la TV; todos informan sobre las gangas de Navidad. En fin, en Japón se acostumbra dar regalos a los niños por lo del cuento de Papa Noel, a los enamorados por el gran significado romántico de la fecha y a ellos mismos también. “Se acerca el fin de año y esta es una fiesta para felicitarnos porque se acabó todo”, confiesa Kuroki. Qué mejor forma de celebrarlo que con un regalo.


All I want for Christmas is you

Naru le dice a Keitaro que, este 24, se encontrarán en Shibuya antes de la medianoche. Y eso es lo que tiene que suceder porque es Navidad. Por eso, a pesar de que Keitaro está usando una muleta debido a un accidente que tuvo en su pie, él: hará un largo viaje en metro, esperará bajo la nieve y tiritará sobre un puente lleno de parejas. Correrá, se golpeará con las personas, se caerá al piso. Todo sea por llegar a su cita amorosa a tiempo. “Dicen que si te declaras en Nochebuena se cumplen tus deseos. Como por arte de magia”, es la frase del Especial de Navidad del anime Love Hina, que sirve de motor a esta joven e indecisa pareja para ir contra las adversidades y pasarla juntos. Y es que a pesar de que- por ser una festividad importada- la Navidad carece de un significado para los japoneses en su mayoría, las parejas le dan un valor sentimental.


¿En cuántos animes, sino, hemos visto situaciones parecidas a las de Love Hina? Que el chico salió a buscarle un regalo a última hora a la chica; que el otro va tarde para encontrarse con ella; que no encuentra el regalo; que los plantaron a los dos y por despecho se van con otro, que se van al karaoke, se emborrachan y terminan en situaciones comprometedoras; que la chica se olvida de una cosa y el otro chico sale a devolvérselo y la encuentra llorando. El primer beso, la vez que confiesa lo que siente, un abrazo, un roce: parece que la Navidad es una fecha de alta tensión en las relaciones amorosas. “En Navidad siempre se da una subida de nivel en la relación de la pareja: si no se conocían, pues se conocen ese día. Si sólo se conocen, pues después de Navidad se empiezan a gustar”, me dice un amigo colaborador de la revista vía Messenger.


Naru en escena clímax de Love Hina


Pero dejando de lado la ficción. En verdad, Navidad es algo muy parecido al Día de San Valentín. Los hoteles colapsan, se hacen reservaciones en los restaurantes con semanas de anticipación y las calles son invadidas por melosos amantes. ¿Por qué especialmente ese día? “Porque no hay otra fecha”, dice riendo Kuroki. Con todo ese ambiente de ofertas, sobresaturación de novedades y magia de cuento de hadas. ¿Quién no llevaría a un lugar bonito a su chica en la, aparentemente (al menos para los japoneses), noche más romántica del año?


Otra vez Love Hina. Keitaro, luego de perderse entre la multitud de Shibuya buscando a Naru, yace derrotado y exhausto sobre el piso. Son casi las doce de la noche y no la encuentra por ningún lado. Está a punto de rendirse, cuando de pronto por una gran pantalla de TV sobre un edificio que sirve para anunciar productos en la calle, aparece su chica hablándole por un micrófono. Le dice cosas lindas. Cosas como: “Yo quiero estar contigo para siempre”. Al final logran encontrarse y todo antes de las doce. Al parecer, los milagros navideños no sólo pasaban en la calle 34[2].


***


En su libro Gente del Japón, Pearl S. Buck recuerda que “siempre encontraremos paradojas, contradicciones y contrastes en el pueblo del Japón. Veremos en él síntomas de cambio; después, examinándolo con más atención, descubriremos que no se trata tanto de cambio como de adaptación a un mundo en evolución”. Entonces, no es que a este pueblo le guste malograr y hacer lo que se le da la gana con las sacrosantas festividades de nosotros. Naaaaah. Pragmatismo puro señores: la tradición dando paso a las tendencias de los tiempos. No es falta de respeto ni alienación hacia las costumbres occidentales; sólo son personas tratando de encajar con sus vecinos.


[1] Cuartos de hotel al paso y económicos

[2] Recuerden a Kris Kringle y la clásica película navideña de 1947: “Milagro en la calle 34”


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